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Trastornos de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)

Los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) encuentran inusuálmente difícil concentrarse en las tareas, prestar atención, quedarse quietos y controlar el comportamiento impulsivo. Algunos niños con TDAH exhiben principalmente comportamientos desatentos y otros predominantemente hiperactivos e impulsivos. Pero la mayoría de las personas con TDAH tienen una combinación de ambas, lo que puede dificultarles el funcionamiento en la escuela y crear muchos conflictos en el hogar.

Síntomas de TDAH impulsivos o hiperactivo:

  • Mostrarse inquieto o moverse mucho, con dificultad para quedarse en un sitio o esperar su turno.
  • Correr y subirse a muebles u otros objetos excesivamente.
  • Problemas para jugar sin hacer ruido.
  • Impaciencia extrema.
  • Siempre parece estar “en marcha” o “impulsado por un motor”.
  • Hablar o interrumpir a otros excesivamente, contestar abruptamente antes de escuchar las preguntas.

Síntomas de TDAH con falta de atención:

  • Comete errores por descuido.
  • Se distrae fácilmente.
  • Tiene dificultad para seguir las instrucciones.
  • No parece escuchar cuando se le habla directamente.
  • Tiene problemas para organizarse.
  • Evita o le disgusta realizar esfuerzos prolongados.
  • Es olvidadizo, siempre perdiendo cosas.

Tratamiento y Pronóstico

En la mayoría de los casos, el tratamiento de primera línea para el TDAH es la administración de un medicamento que ayuda a los niños a concentrarse y controlar su impulsividad. Los psicoestimulantes son comúnmente utilizados para estimular la producción de neurotransmisores que regulan la atención y el control de los impulsos.

La terapia conductual se combina en ocasiones con medicación. La terapia de interacción entre padre e hijo y otras formas de formación para padres enseñan a los padres a cultivar los buenos comportamientos a la vez que minimizan los comportamientos impulsivos y la falta de atención. Cuando un niño tiene edad suficiente, la terapia cognitivo-conductual puede ayudar al niño a controlar sus comportamientos comprendiendo cómo sus pensamientos y sentimientos los influencian.